REZANDO JUNTOS. Domingo 2º TO. San Juan 1. 29-34. Ciclo A.
Hoy domingo de la 2ª semana del TO. Les saludo cordialmente y al mismo tiempo dirigimos nuestra mirada al Señor, recordando en familia el dìa de la Resurreccciòn fiesta tan propia de los cristianos, por eso le decimos.
Señor comienzo esta oraciòn en un ambiente de diálogo, por eso me pregunto, ¿Cuál es el significado de la Resurrección?, ¿tiene algún valor de salvación?. ¿Qué significa para mi vida? ¿Y por qué sin ella es vana mi fe?. Mi fe tiene su fundamento en tu muerte y resurrección, si no descubro la importancia de este evento, de esta columna y fundamento, mi vida cristiana estarà tambaleándose y expuesta a derrumbarse, por eso te pido en esta oración, que descubra el valor del domingo, como el dìa de Tu Resurrecciòn.
Meditemos en el Evangelio de San Juan 1. 29-34.
Hoy Señor te dejas ver por Juan y vienes èl. El sin mayores rodeos, ni titubeos, tiene la seguridad de que se encuentra ante “El Cordero de Dios”, y màs aùn, tiene la facultad de quitar los pecados del mundo. Eres el Cordero que se sacrifica por mì y al mismo tiempo me perdona de todos mis pecados.
y me pregunto, ¿serè capaz de reconocerte y dar fe de tì, como el Hijo misericordioso del Padre, mi salvador?. Por lo pronto, en este domingo de enero, Jesús, me ofreces Tu amor y misericordia. Ahì te veo en la Eucaristìa, en la Santa Misa te inmolas en el altar como un cordero, por mis pecados y en el sacramento de la reconciliaciòn, me perdonas.
Tengo que aprovechar cada oportunidad que me das, y hacer como lo hizo Juan, un especial acto de fe, de confianza y abandono. Hoy Señor te abro las puertas de mi corazón, vivo confiando en tus promesas y te busco con todo el corazón.
Juan el Bautista, nos da un gran ejemplo de una fe total en Tì. ¿Cuàntos te han visto y no han sido capaces de reconocerte?, se han quedado con una visión humana, superficial, solo de milagros visibles, pero eres mucho màs que eso, es una experiencia viva de Tu Amor y Misericordia. Juan, no duda, te presenta como el cordero que quita el pecado del mundo y sólo Dios tiene el poder de perdonar nuestro pecados, sólo Tù, Jesucristo eres nuestro Salvador.
Nos enseñas, que debemos de tener confianza en Tì, si te conocemos. No nos puede dar miedo acudir a Tì, pensando "qué dirás de mí". Has venido para salvarnos y Tu mayor alegría es precisamente, vernos cambiar y mejorar. Sin duda que eres el pastor que va a buscar la oveja perdida y se alegra cuando la encuentra. Éres el padre del hijo pródigo que, cuando lo ve venir, corre a su encuentro y lo besa efusivamente.
Señor en cada Misa te comparas a un cordero llevado al matadero. En cada Misa te sacrificas como sacrificaban a los corderos en el Altar, a un cordero lo llevan y callado se deja sacrificar, en cambio Tù, Señor, eres conciente y pudiendo hablar, líbre y voluntariamente te dejas llevar y callas, en un silencio oblativo te dejas sacrificar en manos del sacerdote.
Què sublime es ese momento de la Misa cuando el Sacerdote levantando esa Hostia Consagrada dice, “Este es el Cordero de Dios, Jesucristo, quita el pecado del mundo, dichosos los invitados a esta Cena”, y Tu pueblo presente arrodillándose o inclinando la cabeza, dice con fe y agradecimiento, antes de recibirte: “Señor no soy digno de que entres en mi casa pero una palabra Tuya bastarà para sanarme”. Quisiste que tu sangre fuera derramada en cada Eucaristía.
Cuando te fuiste dejaste a tus sacerdotes como ministros del perdón -"lo que desatéis en la tierra será desatado en el cielo". Quisiste que pudiéramos actualizar la redención, la salvación, el perdón de los pecados en cada confesión y recibiéramos así las fuerzas para vivir como auténticos hijos de Dios.
Y junto a este regalo de la Eucaristìa y confesiòn, nos dejas el regalo del Bautismo, Jesús inicias tu vida pública con el bautismo y también mi misión como cristiano comienza con el bautismo. Què oportunidad para renovar la propia adhesión a la fe recibida en este sacramento que me hizo hijo de Dios.
Mi propósito en este dìa, es hacer una visita a la Eucaristìa, manifestando mi fe y confianza en El, y dirè 3 veces con sentimientos de gratitud: “He ahì el Cordero de Dios que ha quitado mis pecados y me muestra su misericordia”.
Mis queridos Niños, tres aspectos importantes nos revela Juan el Bautista, Jesùs es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, es el que bautiza con el Espiritu y da testimonio que es el Hijo de Dios. Verdades de fe que debemos agradecer y fortalecer. Acudan siempre a Jesùs para que sea El quien les perdone siempre.
P. Dennis Doren, LC